Palabras vacían que nunca acariciaran corazones

El otro día pasé por la puerta del salón donde hace ya tiempo sacaban una foto mía, saltando en el aire y aplaudiendo eufóricamente, ese lugar donde la paz dió con mi suerte obnubilada. Fue solamente un instante, unos segundos que se desvanecieron en un jamás, pero fue y con eso me bastó. Me bastó para que mi mente se lanzara en un viaje lejos de mi ser, hacia un ya lejano 28 de Agosto de 2010, una noche de luz y sonrisas. Noche de fiesta, noche de alegría, noche de felicidad que comenzó a borrarse con más fuerza cada vez. Y es que cada día me resulta todo tan lejano de existir y de haber existido: cuatro meses después de eso, felicidad y amor incondicional había nacido, promesas de amistad y de nunca olvidar, promesas que murieron como la noche al ver el día nacer; vimos juntos marchitarse la flor de un amor y dejaste regar las plantas de tu vida con mis intentos, porque por unos meses convocaste a mis talentos y de tu rostro desprendieron risas (y de tu corazón brotó amor) que se hicieron manjar; porque nuestra existencia ya se había hecho una sola y la felicidad mutua escapaba a lo real. Pero el tiempo corrió y el viento sopló, viento que se convirtió en temporal y tormenta que nos separó, camino que se hizo dos, amor y amistad que desapareció. Un buen día lo entendí, que nunca debimos querernos tanto, que eramos agua y aceite, que abandonar antes (o quizá nunca haber jugado) hubiese sido mejor que perder por default. Que difamamos y batallamos de forma incoherente, porque llegamos a necesitarnos, porque sufrí en carne propia lo suicida de amputarme el sol, porque muero por gritarle al mundo 'te extraño' y que lo sepas, susurrarte al oído porque vos te ganaste el título de Mi Mundo. El semáforo cambia de rojo a verde, como el día en noche, y ese blanco edificio queda atrás junto a mi mirada, hasta que se pierde. Bajo mis ojos, pero sin mirar (porque ya no veía), siento que mis manos se encontraban en un intento por simular lo que sería volver a tomar la tuya algún día y sonrío, sonrisa que queda en un recuerdo, recuerdo que se plasma en palabras, palabras que mueren en la nada.