I open at the close




Una frase tan simple y concisa como genial. Pensar que durante 10 años nos mantuvo tan atrapados, cautivados, obligados a repasarla una vez tras otra, esta es una de las sagas más geniales que he leído jamás. Si alguien buscara algún día dentro de muchos años mi cofre de recuerdos, definitivamente encontraría en el toda esta maravillosa serie de libros. Desde el principio supe que era un libro especial. Me acuerdo perfectamente como, en mi cumpleaños número seis, mi tía llegó a mi casa con un paquetito dentro de una bolsa. Me acuerdo de su peso sobre mi pequeña e infantil mano recibiendo con ansias mi regalo. Mi mente maquinaba a mil por hora: ¿qué sería? ¿Un juguete? ¿Algún juego? ¿Alguna novedad? Nunca se sabía con que podía llegar a salir mi tía. Me abalancé sobre el sillón más próximo y, con una velocidad propia de un tigre sobre su presa, arranqué el papel madera y el plástico que los envolvía: tres maravillosos, coloridos y pesados libros. El primero, de un color amarillento, se titulaba ‘Harry Potter y la Piedra Filosofal’ e incluía en su tapa la imagen de un niño volando sobre su escoba sobre un gran lago sobre el que descansaba un imponente castillo. Sin todavía entender demasiado, pasé al siguiente, de un color verdoso: este se titulaba ‘Harry Potter y la Cámara Secreta’ y tenía en su tapa la imagen del mismo chico, pero esta vez, con una espada en mano y frente a una gran serpiente esmeralda en lo que parecía ser un calabozo. Entendiendo ya un poco más, pasé al siguiente, uno naranja, que se titulaba ‘Harry Potter y el Prisionero de Azkaban’ y , de vuelta, se observaba al muchacho, subido a alguna especie de animal volador, mezcla de pájaro y caballo, junto a una chica, montando juntos el aire de la noche. Lo coloqué detrás de los otros dos y me encontré devuelta con el libro amarillo. Lentamente levanté la mirada, busqué los ojos de mi tía y, casi con un esfuerzo anti-humano, esbocé una mezcla de lo que intentó ser un ‘gracias’, una sonrisa y un poco de incredulidad. Mi tía me estaba regalando no un juguete, ni un juego, ni un CD de música, sino unos libros. Los días pasaron y los libros descansaban en el mismo lugar donde vieron la luz de mi hogar por primera vez, mientras el interés por ellos se iba evaporando. Pronto, el recuerdo de su existencia desapareció y mi vida continuó su ritmo normal. Sin embargo, con la combinación perfecta de la curiosidad infantil, una noche de tormenta y la incapacidad de conciliar el sueño, casi como si el Destino hubiese buscado ponerlos devuelta en mis manos, me dispuse a abrir el libro de color del sol, sin la más mínima intención de terminarlo. Rápidamente ojeé las páginas y, al no encontrar ni un solo dibujo, empecé a leer a regañadientes. Rápidamente y sin darme cuenta, había terminado el primer capítulo. Ante mi imaginación ya era un ‘nene grande’, un chico que leía ‘otras cosas’ como les decía a mis amiguitos. Antes de que el mes llegara a su final, ya había devorado el primer libro y, con el hambre de un ávido lector, me dispuse a empezar el segundo. Ya conocía los personajes, sus historias, su porte… Pero todavía no entendía lo que había más allá de ellos. Me acuerdo que tuve que leer el libro verde dos veces para poder entenderlo, junto a un diccionario para complementar su vocablo. Me acuerdo que por momentos sentí el mismo miedo que sentía Harry, un muchacho de cabello negro, ojos verdes y corazón tibio, un protagonista excepcional, al enfrentarse a cada obstáculo. Automáticamente empecé el tercero, con un hambre de palabras increíble, una sagacidad inhumana y una voracidad incontrolable. En este caso, si bien me sorprendió la ausencia de ‘el malo’, como solía llamar a Voldemort, entendí rápidamente que este no podría ser el final. Aparecieron personajes nuevos e importantes, a pesar de que yo aún no lo sabía. Y claro, uno nunca sabe la importancia que las personas pueden llegar a tener en su vida. Al terminarlo, ansiaba más: hambriento de palabras, asalté a mi tía con incesantes preguntas sobre la procedencia de estos libros. Tras otro año de dura espera, llegó mi octavo cumpleaños y, con él, un libro nuevo: éste era de un color violeta, titulado ‘Harry Potter y el Cáliz de Fuego’ y representaba en su tapa a Harry con un huevo dorado bajo su brazo, un carruaje tirado por caballos alados en el fondo y el castillo más allá. Casi instantáneamente lo abrí y empecé a devorar palabra tras palabra. Tuve miedo, ira, tristeza, impotencia, nervios y, lo más importante, comprendí lo que es ser incomprendido. Una triste despedida a Cedric, un temor por el regreso del Señor Tenebroso y una historia genial desde el mismo principio hasta la última de sus palabras. Luego, fueron dos los años que tuve que esperar, pero al fin, en mi décimo cumpleaños, llegó revestido de un azul oscuro titulado ‘Harry Potter y la Orden del Fénix’ sobre el que se apreciaba a un Harry más grande huyendo de quien supiese qué peligros. Valga aclarar que, con el pasar de los años, los libros fueron cada vez más grandes, sin embargo, este quinto libro se fue de tema: ante la sorpresa de su anchor, lo abrí y me dirigí a la última página para ver la numeración y me encontré con un tenebroso ‘893’. Pero a ojo firme y voluntad inquebrantable, logré terminarlo. Éste libro aclaraba muchos temas del pasado, hilando fino en las vidas de los personajes y armando una trama compleja, única y mágica, tanto como el mundo que plasmaba en mi imaginación. Séptimo grado llegó y con el, mis doce años, ergo: un libro nuevo. Recién sacado de la pluma de la autora, no hacía mucho que había salido en inglés y  recién traducido, tuve en mis manos la copia de un libro cuyo formato cambió los anteriores: negro totalmente, con la imagen de un Harry casi adulto en un lugar oscuro, con un ápice de ‘Lumos’ en la punta de su varita y un demacrado Dumbledore a su espalda. Es hoy día que no puedo decir qué habrá pasado con ese libro: solo una vez pude leerlo antes de que misteriosamente se desvaneciera en el aire de mi casa, algún día que ordenamos las cosas de mi habitación, mi guarida. Pero esa única vez fue suficiente: sabía ya que el final estaba cerca, Dumbledore ya no estaba entre los mortales, Snape cada vez más paradójico y la oscuridad del Innombrable cada vez más presente; si, lo sabía, el final era inminente. Y, al final, ya no recuerdo bien cuando, un gran y emocionante cumpleaños llegó a su fin con un libro completamente blanco en el que se ve una figura encapuchada frente a un Harry de expresión valiente y decidida, separados por un fuego. Para un lector de la saga como yo no había mucho que pensar: Voldemort y Harry se enfrentarían frente a frente, sin excepción. Como decía la profecía: 
ninguno de los dos podrá vivir mientras el otro sobreviva
Y ahora, después de diez años de magia, ha concluido en la gran pantalla en forma de una obra maestra, un final digno de una saga como esta. Un final digno para diez años que me convirtieron en lo que soy: un lector voraz de libros, un escritor empedernido, un poeta silencioso, un compositor escondido y, por sobre todas las cosas, una persona con tanta locura y tamaño aprecio a la gente como el mismísimo Hogwarts. Hoy, Harry Potter llega a un final espectacular. Pero, para aquellos que tanto tiempo disfrutamos de su lectura, de sus películas, de su mundo, esta saga vivirá para siempre en nuestro ser. Hoy sé que, sin importar nada, mientras tengamos amigos en nuestro entorno, capaces de respaldarnos siempre, somos capaces de cargar contra el mundo. Hoy sé, y no titubeo en decirlo, que yo seré una de esas personas, alguien que siempre respalde a sus amigos. Hoy terminó Harry Potter como proyecto en la gran pantalla, pero hoy también comenzó un mundo con un flaco más dispuesto a todo por los que clamen su nombre. Por ahora, todo lo que me queda por decir es:
                           “travesura realizada"

3 comentarios:

  1. G E N I A L!!!!
    y por qué será que no me sorprende de vos chinito!!!
    aparte me siento totalmente identificada con lo que dice, aunque no pueda expresarlo tan bien como vos :)

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  2. Hermosas palabras...
    A mí personalmente, también me abrió un mundo nuevo que no conocía. A pesar de que ya había leído muchísimos libros, HP era mi primer saga. Y fue como volver a nacer, por así decirlo. Y hoy casi a 10 años de haberlo leído, los vuelvo a leer, y se vuelve abrir aquel mundo en el cual fui, y soy inmensamente feliz.
    Sinceramente tus palabras me emocionaron, y me hicieron acordar aquella vez en la cual termine de leer la saga, y sentí como algo se moría dentro de mí, pero algo también nacía en mi interior..
    Y creeme cuando te digo que es HP va a ser lo primero que les regale a mis hijos cuando ya tengan la edad para leer. Porque espero que ellos encuentren en Harry Ron y Hermione, a aquellos amigos que me acompañaron en un momento muy dificil en mi vida...

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  3. Hermoso escrito, también crecí con Harry a Potter, tenia toda la saga pero me la quemaron, cosa que me dolió hasta el alma, pero ahora tengo ya 4 de siete y te puedo decir que me siento feliz de nuevo, una historia genial, unos personajes fabulosos, un Severus Snape que te deslumbra con su participación pues murió viendo los ojos de su amada Lili, llore con su muerte, pero puedo decir que a casi veinte años sigo pensando que HP es la mejor Saga que he leído.

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